Las matemáticas pueden ayudar a la cura de los casos más
rebeldes de epilepsia. Un equipo formado por especialistas del hospital
de Cruces y la Universidad de Deusto trabaja en el desarrollo de dos
proyectos que buscan mejorar tanto el diagnóstico como la cirugía de la
enfermedad, mediante el uso de un sistema numérico que ayudará a
detectar no ya las zonas sino los puntos exactos del cerebro donde se
desencadenan las crisis. El proyecto posibilitará un mejor conocimiento
de la actividad neuronal de cada paciente y también un mayor éxito en la
cirugía de la epilepsia. «Todo esto tendrá una aplicación real a medio
plazo», avanzó la neurofisióloga Irache Maestro Saiz, que participará
hoy en el foro Encuentros con la Salud de EL CORREO.
La epilepsia está considerada como una de las enfermedades
neurológicas más desconocidas por la población, a pesar de que está muy
extendida. Afecta a una de cada cien personas, lo que supone una
incidencia mucho mayor que el cáncer de pulmón y el de mama, que figuran
entre los más comunes. El buen resultado de los fármacos aparecidos en
las últimas décadas, que garantizan una vida libre de síntomas a siete
de cada diez pacientes, y el estigma asociado a la patología favorecen,
sin embargo, la ignorancia social existente en torno a la dolencia.
30% de fallo terapéutico
Las líneas de investigación abiertas en torno a la
enfermedad abarcan los campos más diversos, desde el origen genético de
la dolencia a la búsqueda de nuevas terapias. El grupo de Cruces, que
cuenta con el apoyo de un equipo de ingenieros de la Universidad de
Deusto (Deustotech Life), especializados en el análisis de señales
biológicas, busca aprovechar las matemáticas para mejorar la calidad de
vida del 30% de pacientes que en la actualidad no se benefician de las
terapias farmacológicas. En España se calcula que hay unos 400.000
pacientes de epilepsia. El 30% supone la existencia de unas 120.000
personas necesitadas de una respuesta terapéutica.
Quizá no todos ellos, pero sí un número importante que
algunos expertos sitúan en un tercio de la población aquejada, podría
beneficiarse de la cirugía de la epilepsia. Las técnicas más modernas
permiten controlar las crisis mediante la implantación de electrodos en
regiones profundas del cerebro. Las intervenciones se realizan en
pacientes en los que los focos epilépticos están perfectamente
delimitados y pueden operarse sin riesgo a causar un daño cerebral que
afecte seriamente a la vida diaria del paciente. Las matemáticas, según
se cree, podrían mejorar aún más los resultados de las actuales técnicas
quirúrgicas, que tienen un porcentaje de éxito que oscila entre el 70% y
el 80%. «Tienen la ventaja de que al que le va bien, se le cura la
enfermedad. El resultado para él es del 100%», indica la neurofisiologa.
Las células del cerebro, que son las neuronas, se comunican
entre sí produciendo pequeñas señales eléctricas, que pueden ser
registradas y convertidas en líneas ondeadas mediante una prueba clínica
llamada electroencefalograma. «Esas ondas pueden estudiarse desde un
punto de vista matemático», detalla Maestro Saiz. «Si todas esas señales
se convierten en números y los números en colores, podríamos llegar
incluso a predecir cuándo se va a producir una crisis. En Estados Unidos
ya se está trabajando en este campo», cita como ejemplo.
La aplicación de las matemáticas va más allá. La conversión
en números de la actividad eléctrica permite conocer mejor cómo se
están produciendo las conexiones cerebrales de un paciente y, en
consecuencia, mejorar el diagnóstico. Aplicado a la cirugía, permitiría
prepararla con mayor certeza, aumentar posiblemente el número de
pacientes candidatos a ella y realizar un mayor número de intervenciones
de éxito. «Las ciencias exactas han abierto un nuevo campo de
investigación, que mejorará la calidad de vida de los pacientes»,
aventura.
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